Archivos para 9 abril, 2024

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Publicado: 9 abril, 2024 en Sin categoría

A medida que se acercaba a la mesa, Måe estaba cada vez más intrigada por el quinto integrante del grupo. Se trataba de otro HaFuno que iba ataviado con una túnica blanca. De no haber sido porque le había visto sentado a su propia mesa con el resto de los profesores, por la diferencia de estatura y en especial por la forma de sus astas, le podía haber confundido perfectamente con Hel, ya que las mangas de su nívea túnica eran amarillas, idénticas a las del profesor. Tan pronto giró el cuello, alertada sin duda por los gestos que hacía Nåk invitando a la joven HaFuna a acercarse a la mesa, Måe se dio cuenta que se trataba de una hembra HaFuna.

            Su furo era negro como la noche total, en un contraste muy llamativo con el color de la túnica. Sus ojos, de color ambarino, muy similares al de la Torre que los HaGrúes llevaban incontables ciclos construyendo para darles caza. Era en cierto modo su antítesis, pues el furo de Måe era blanco, prácticamente sin mácula, casi albino. Por eso, y porque además aquella HaFuna era excepcionalmente alta. Måe se encontraba algo cohibida por su presencia, pero se acercó a su grupo de amigos, que la esperaban expectantes, con sendas sonrisas dibujadas en sus hocicos. Aquella HaFuna se levantó para darle la bienvenida, enfatizando aún más la nada desdeñable diferencia de estatura entre las dos. Lo que no se le podía negar es que era una HaFuna realmente bella.

NÅK – ¡¿Por qué has tardado tanto?!

MÅE – He estado… liada ayudando a Åta a recoger, que hemos pasado la mañana en el bestiario.

NÅK –Mira, te presento a Ůya. Ůya, ella es Måe.

            Måe hizo el amago de ofrecerle su mano, pero Ůya se inclinó ligeramente y la estrechó en un cálido abrazo, lo que propició que su nerviosismo menguase exponencialmente.

ŮYA – ¿Así que… tú eres la última integrante del grupo? ¡Encantada de conocerte!

            Måe le regaló una sonrisa. Había algo en aquella HaFuna que le resultaba muy reconfortante y acogedor.

ŮYA – ¡Así me gusta! Me daba miedo que se rompiera la tradición cuando me marché…

BIM – Ya te dije yo que eso no iba a ocurrir, Ůya. Y a medida que nos vayamos graduando, Måe se encargará de seguir reclutando crotolamos descarriados. ¡Y así sucesivamente hasta el final de los tiempos!

ŮYA – ¡Que no me entere yo que eso no ocurre!

            La HaFuna se dirigía específicamente a Måe. Ésta asintió, sin saber muy bien de qué iba la conversación, todavía algo cohibida por la situación. Era consciente que debería darse prisa en ir a buscar la comida si no quería llegar con retraso a la sesión práctica de la tarde, aunque por el olor que reinaba en el ambiente, el ayuno parecía una alternativa incluso más atractiva.

RHA – Pero cada vez entran menos alumnos a primer curso y…

NÅK – Y su sabia es cada vez más roja, dilo.

BIM – A mí me da la sensación que cada ciclo es peor…

ŮYA – Realmente… siempre ha sido así, chicos. No nos vamos a engañar. Precisamente por eso, después de tantos y tantos ciclos, sigue ocurriendo lo mismo.

BIM – Todavía me acuerdo cuando me encontraste a mí…

ŮYA – ¿Cómo no te iba a ir a buscar? Tan grandote y comiendo solo en las escaleras de entrada, pasando frío. ¡Se me rompió el alma!

BIM – No fue un inicio sencillo. La verdad es que no…

TAC – No lo fue para ninguno de nosotros. Bueno… menos para vosotras dos, que entrasteis juntas.

            Rha le guiñó un ojo al aprendiz de sanador. Realmente para ella y para Nåk la llegada a la Universidad fue muy distinta que para el resto. Ambas provenían de comarcas muy lejanas y ambas tenían orígenes humildes. Enseguida habían congeniado y aprendido a ignorar los desaires del resto de sus compañeros. El desapego y el rechazo a los HaFunos que no fueran oriundos de la cara superior de Ictaria o que no tuvieran orígenes nobles o viniesen de una familia acaudalada, era algo que llevaba repitiéndose desde hacía tanto tiempo como alcanzaba la memoria, por desgracia. Pero afortunadamente, todos aquellos parias siempre acababan por agruparse, por pura necesidad, formando amistades mucho más puras y duraderas que las de sus compañeros. Buena cuenta de ello la daba la visita de aquella HaFuna.

TAC – Måe, ¿sabías que Ůya estudió con Kyr, la hija del Gobernador?

            La joven HaFuna mostró genuina sorpresa ante la aseveración de su amiga. Eco ahora trabajaba para ella, y por lo que le había contado, no se parecía en nada a su aborrecible hermano menor.

ŮYA – Sí, pero fue sólo un ciclo. Cuando acabé yo primero… ella se graduó y abandonó la Universidad.

TAC – Måe estudia con su hermano, el hijo pequeño.

ŮYA – ¿Ah, sí? ¡Me alegro!

            Måe prefirió no hacer ningún comentario al respecto. Al fin y al cabo, acababan de conocerse. Verbalizar la tensa relación que mantenía con aquél HaFuno no era algo que le resultase agradable.

ŮYA – Con que sea la mitad de buen taumaturgo que su hermana, podemos darnos por satisfechos de que el Templo está en buenas manos. La verdad es que guardo muy buen recuerdo de ella.

MÅE – Con vuestro permiso, voy a ir a buscar la comida, que si no haré tarde a la práctica, luego…

ŮYA – ¡Claro! Adelante.

            Måe se dio media vuelta, dispuesta a recoger su bandeja. Se había demorado tanto que ya no había ni cola. Al hacerlo cruzó casualmente su mirada con la de Uli, que estaba ya tomándose el postre en la mesa que compartía con la mayoría de sus compañeros. La mesa a la que de no existir todos aquellos feos prejuicios, ella también estaría sentada en esos momentos. El hijo menor del Gobernador apartó la vista tan pronto se cercioró que Måe le estaba mirando. Ella ya no se cortaba un furo piloso con él. De nuevo le llamó la atención aquella reacción en el hijo menor del Gobernador. Desde que arrebatase la vida al pequeño cromatí, no la había vuelto a increpar. Sí era cierto que la intensidad de su hostigamiento era cíclica, pero no había estado tan tranquila a ese respecto por un período de tiempo tan prolongado desde el inicio del curso.