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Publicado: 25 junio, 2021 en Sin categoría

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La bestia corría y corría entre los gruesos troncos azulados de los centenarios árboles, con el único propósito de despedazarle. Su oprobio no quedaría impune. En su avance encolerizado zigzagueando entre los árboles transformaba las ramas más bajas en meras astillas a medida que su enorme cuerpo impactaba contra ellas. No parecía importarle lo más mínimo. Tenía muy claro lo que estaba haciendo, y nada ni nadie la podría parar.

            Sus ocho gruesas patas, coordinadas a la perfección pese al inconmensurable peso que debían soportar, hacían retumbar el suelo de la isla flotante en la que vivía, en su avance imparable en pos de Eco. Tras de sí dejaba una nube de polvo, tierra y pequeñas rocas, que se elevaba por encima incluso de su colosal cuerpo. De sus fauces radiales, con grandes colmillos en forma de media luna, emanaba una saliva espumosa y negruzca de nauseabundo olor.

            Eco parecía ajeno al aciago destino que se cernía sobre él. Se encontraba absorto en sus escritos, revisando a conciencia las anotaciones de su ajado cuaderno de viaje. Le dio el enésimo mordisco a la hueva de dígramo, notando un nuevo estallido de placer en la boca. Su sabor era exquisito, pero era increíblemente salada. Una gota del sabroso jugo comenzó a caer por la comisura de su hocico, pero él se apresuró a rescatarla con la ayuda de la lengua. Se trataba de un bien demasiado raro y preciado para malgastarlo.

            Había escogido ese lugar, en el extremo más alejado de una gran roca en forma de punta de lanza que sobresalía varias zancadas más allá del resto del tupido terreno, porque era el único de la isla donde corría algo de brisa, y él aún estaba muy acalorado. El resto de la isla estaba cubierto por las altas copas de los árboles que habían reclamado hasta el último rincón que albergase algo de tierra. Meneaba las patas despreocupado, muy concentrado en sus estudios, tratando de dar orden y encontrar un patrón entre todas aquellas ideas en apariencia inconexas. Bajo él, el más absoluto vacío: una caída libre que bien podría durar del alba al ocaso del sol azul antes de acabar con sus huesos hechos puré en la superficie de Ictæria, el planeta del que esa isla, al igual que todas las demás del anillo celeste, era un mero satélite.

            La bestia se aproximaba cada vez más. A esa distancia, Eco era capaz incluso de percibir su rancio olor. Se metió el resto de la hueva en la boca y acabó de separar la carne del hueso con un ágil movimiento de mandíbula. La escupió a su mano, y se maravilló de nuevo al ver aquella esfera perfecta, con su en apariencia impenetrable corteza iridiscente. Metió el hueso en el saco de su cinto, junto con la otra media docena de huevas que había encontrado en el nido. Confiaba no haber pasado ninguna por alto. Podría venderlas sin problemas a cualquier mercachifle ambulante, pero no lo haría: aquellas huevas ya tenían dueño.

Consciente que ya no podría dilatar más su huida sin ponerse en peligro, Eco se irguió de un salto, sobre sus firmes patas, ayudándose de la cola para mantener el equilibrio. Notó el temblor en las pezuñas causado por el frenético avance de la bestia. Guardó el cuaderno de viaje en su macuto, y se lo volvió a colocar a la espalda, asegurándolo con los cinchos de cuero. Se dio media vuelta, a una escasa zancada del final de la roca, de cara a la isla flotante. Desde esa perspectiva, parecía tan grande como cualquiera de las islas habitadas del archipiélago de Hedonia. Ello era debido a la exhuberancia de su vegetación, pero en realidad esa isla era francamente pequeña.

La bestia emergió iracunda entre el espeso follaje. Eco tuvo que levantar la vista para poder contemplarla en toda su extensión. Harían falta al menos cinco HaFunos, uno sobre otro, para igualar su altura. Su pelaje parduzco, con manchas canas alrededor de sus múltiples articulaciones, podría fácilmente abrigar a toda su comunidad durante el frío invierno.

Eco tragó saliva y se ajustó las gafas, colocando la tira elástica por detrás de sus orejas. La bestia no parecía tener intención de frenar su avance. Con una sonrisa algo culpable, consciente del motivo de su frustración, Eco se llevó una mano a lo alto de la cabeza, y acarició la cicatriz de donde debía haber emergido su ahora ausente cornamenta. Sabía que no tenía ningún sentido, pero había adoptado esa costumbre hacía ya mucho tiempo, desde poco después de perderla. Afirmaba que le daba suerte, y hasta el momento no se le había dado del todo mal.

            La bestia estaba a punto de embestirle cuando Eco dio un ágil salto hacia atrás, hacia el vacío, al tiempo que enrollaba la cola en su cintura, pues en adelante lo único que haría sería estorbarle. De haber podido mostrar emoción en su rostro, Eco habría podido jurar que leía asombro en los minúsculos ojos negros del dígramo. Finalmente llegó, tarde, a la roca sobre la que Eco había estado descansando, y frenó en seco su avance, consciente del peligro al que se exponía. Levantó la parte delantera de su cuerpo en forma de cilindro, elevando sus cuatro patas delanteras al aire, al tiempo que bramaba frustrada, emitiendo un estridente ruido a un tiempo enfurecido y triste, que hizo incluso virar el rumbo a un expirocombo errante que navegaba por el aire no muy lejos de ahí. No en vano, aquél intrépido HaFuno se llevaba consigo a la que hubiera sido su descendencia.

            Eco caía más y más rápido, reclamado por la gravedad de Ictæria. Cerró los ojos, esperando adquirir la suficiente velocidad. Tan pronto el grito desesperado del dígramo se extinguió, se puso en posición de vuelo, con ambos brazos extendidos y las patas bien juntas. Enseguida recuperó la soberanía del rumbo de su caída y comenzó a volar, notándose vivo y libre al sentir el aire impactando en su rostro. Adoraba volar por encima de todas las cosas.

comentarios
  1. Meiwes dice:

    Gran inicio para la nueva novela. Tiene muy buena pinta!! Seguiré por aquí enganchada cada Martes y Sábado.

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  2. Khanen dice:

    Estupendo comienzo para lo que espero sea una gran aventura 🙂

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    • Caray qué gusto reencontrarse con los viejos amigos. Espero que esta nueva historia te resulte apasionante y disfrutes de ella ni que sea la mitad de lo que yo lo estoy haciendo escribiéndola.
      ¡Bienvenido de vuelta! 😀

      David.

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  3. Josetxu dice:

    Hola recibí un mail avisándome del nuevo libro. en este al ser fantasía solo podre comentar cosas de opinión nada de supervivencia, pero me ha encantado que me llegara el aviso.
    Un Saludo desde Bilbao
    Josetxu

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    • Betty dice:

      Buenas!!

      Aquí andamos de nuevo, a ver que nos depara esta nueva aventura.

      Saludos a todos

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      • Un gusto tenerte de vuelta, Betty. Anhelo que esta nueva novela te resulte bien grata de leer. Yo te puedo asegurar que para mi está siendo todo un placer meterle mano. ¡Nos vemos por aquí, como en los buenos tiempos! 😀

        David.

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    • Bárbara y Zoe quedan lejos, pero te puedo garantizar que he puesto toda la carne en el asador para este nuevo proyecto. Espero poder dejaros con la boca abierta tantas veces como me sea posible. ¡Y espero poder visitar tus tierras pronto! Un abrazo y salud, camarada. 😀

      David.

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  4. Bluminda dice:

    Hola, aqui estoy nuevamente, gracias por la invitación, me gusto mucho el inicio de esta nueva historia, creo que voy a estar mucho tiempo atrapada pues tus escritos son adictivos.
    Gracias por hacer trabajar mi imaginación.

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    • Un verdadero placer contar de nuevo con tu compañía en esta incipiente aventura. Si consigo que cada martes y cada sábado te quedes con ganas de más, es que lo estoy haciendo bien. Espero que la disfrutes. ¡Gracias por volver al otro lado!

      David.

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  5. Mora dice:

    Gracias por la invitación , se ve que esta Novela promete .
    Aquí estaré otra vez los Martes y Sábados esperando nuevos Capítulos.

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    • Me ilusiona ver que incluso después de tanto tiempo que he estado trabajando en las sombras sin poder ofreceros nada, seguís dispuestos a seguir estas aventuras a las que tanto cariño profeso. Confío que Eco y Unamåe te lo hagan pasar por todo lo alto. 😀

      David.

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  6. Fran dice:

    Bueno, por fin!!!
    Ya he comenzado con esta nueva historia.
    Habiendo leído la anterior AOLDLV, seguro me engancharé de nuevo a AOLDLR.
    Gracias, David!!!

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    • Por mi parte mi principal propósito es que tras leer esta salgáis con la sensación que la obra y mis dedos han madurado, y que he podido ofreceros una historia gratamente satisfactoria. Llevo mucho tiempo y mucho cariño dedicado a esta novela de la que a duras penas habéis visto la punta del iceberg. Gracias por acompañarme en este largo y gustoso viaje. 😀

      David.

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