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Publicado: 4 septiembre, 2021 en Sin categoría

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Måe se desprendió de aquella red de gruesas barras acolchadas y se dejó caer en picado, con ambos brazos extendidos en forma de cruz. Otros HaFunos la seguían volando de cerca, con idéntico propósito al suyo. Pero ella se demostró más rápida: había tenido un muy buen instructor de vuelo. Instantes antes de impactar contra la parte inferior de aquella enorme estructura de forma esférica, viró el rumbo y comenzó a volar en paralelo a la misma, resiguiendo su curva. Para entonces ya había adquirido suficiente velocidad para dirigirse hacia donde le viniera en gana. No tardó en dar con su objetivo.

            Agarró hábilmente y con firmeza el balón, asiéndolo con los cuatro dedos de su mano derecha por una de sus tres aberturas. El balón era una réplica en miniatura de la cancha esférica donde se jugaba el krébalo. Los HaFunos que la seguían a corta distancia eran sus antiguos compañeros de educación fundamental. Cada cual tenía su propio objetivo, y todos estaban especialmente concentrados en hacerlo lo mejor posible. No en vano, ese sería el último partido que jugarían juntos.

El krébalo era un deporte autóctono del anillo celeste, nacido a tenor del gran descubrimiento que había supuesto la enorme diferencia de gravedad que había entre la tierra firme de Ictæria y el anillo de islas flotantes que surgió tras la Gran Escisión. Era un deporte relativamente reciente, en el que competían veintisiete HaFunos, repartidos en tres equipos de nueve jugadores. Se trataba de la traslación a la tercera dimensión de su deporte homónimo, que se jugaba en tierra firme: el drébalo, cuyas normas eran idénticas, pero que se practicaba en una cancha cuya base era un triángulo equilátero.

Se trataba del deporte con más adeptos en todo el anillo celeste, y sus partidos profesionales eran todo un evento que atraía a HaFunos de todas las comarcas. Sobre todo la final, que competía en fama incluso con los festejos de la Gran Escisión.

            La cancha esférica estaba hecha de gruesas barras entretejidas de meridianos y paralelos unidos entre sí formando triángulos del tamaño de un HaFuno adulto. Estaba protegida por una red en todo su perímetro para evitar que el balón saliera de la cancha. Por todo el perímetro salvo por las tres aberturas en forma de aro que se encontraban en puntos equidistantes de su ecuador.

Cada uno de los tres equipos tenía un equipo contrincante y uno aliado. Todos partían de idéntica base de cero tantos, de la que no se podía bajar. El equipo vencedor era el primero que conseguía marcar nueve. Ganaba uno el que conseguía que el balón pasara por el aro de su contrincante, y perdía uno si éste cruzaba el aro del equipo aliado. Si el balón cruzaba su propio aro, perdía la friolera de tres tantos.

El balón estaba hueco, y hecho de una malla entretejida de fibras vegetales. Las tres aberturas en forma de aro por las que se asía estaban reforzadas con aretes metálicos que le conferían algo más de peso. Era lo suficientemente ligero para que no obtuviese la velocidad de escape a la primera de cambio, pero lo suficientemente pesado para que no cayera a plomo haciendo inviable la práctica del deporte.

Uno de los nueve HaFunos de cada equipo era el encargado de proteger su aro, mientras los otros ocho HaFunos se esforzaban por marcar tantos en el aro de su contrincante. Pese a que todo estaba permitido salvo practicar la taumaturgia y atentar contra la salud de los demás jugadores, los participantes acostumbraban a pasarse el balón los unos a los otros con la mano. La gravedad y la imposibilidad de estar quietos mucho tiempo que les imponía el hecho que fuese un deporte de vuelo hacía de su práctica mucho más atractiva visualmente y divertida que la del drébalo.

El verdadero atractivo del juego residía en que no se podían crear alianzas de dos equipos en contra del tercero, si no que éstas eran a tres bandas, y continuamente fluctuantes. Con mucha frecuencia resultaba más eficiente restar tres tantos al equipo que iba en cabeza, incluso a costa de perder uno, si éste estaba muy próximo al objetivo de nueve tantos. Ello generaba una sinergias de continuas alianzas y traiciones que hacían muy dinámico y divertido practicarlo. Ello también propiciaba que los marcadores se decantasen continuamente de un extremo al otro, haciendo que los partidos resultasen en ocasiones interminables. Aunque en otras ocasiones éstos acababan en un abrir y cerrar de ojos.

            No eran pocos los HaFunos más jóvenes e inmaduros que se enfadaban con los demás jugadores por romper una dinámica que hasta el momento les había estado beneficiando, ignorantes que la venganza que les tenían preparada acababa con frecuencia traduciéndose en un perjuicio para sí mismos.

            Ese partido era algo atípico, pues los equipos eran de tan solo cuatro jugadores. De los dieciséis compañeros que se habían graduado, únicamente doce seguían en Hedonia. El resto habían tenido que marcharse de la comarca, azuzados por la inminencia del inicio de sus estudios de gremio, cuyos centros se encontraban en otros puntos del anillo celeste.

            Måe esquivó hábilmente a un HaFuno de su equipo contrincante, y lanzó el balón a Goa justo a tiempo antes que otros dos HaFunos la alcanzasen. Goa lo recogió hábilmente y se dirigió hacia el aro del equipo contrincante, que en esos momentos estaba prácticamente despejado. El guardameta estaba agarrado a la parte superior del aro, observando aburrido el partido. Se dejó caer hasta posar sus pezuñas en la parte inferior tan pronto vio acercarse a Goa.

            La futura cartógrafa estaba a punto de marcar el tanto decisivo cuando escuchó tañer, con especial ahínco, la campana de alarma. Sin pensárselo dos veces dejó caer el balón, se dirigió hacia el aro a través del cual pretendía meterlo y, ayudada por quien hasta un instante antes había sido su oponente, salió de la cancha esférica y bajó las escaleras que la llevarían a tierra firme. La entera totalidad de los HaFunos que estaban jugando repitieron idéntico ritual, y enseguida desalojaron la cancha. El partido se había cancelado.

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