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Publicado: 18 julio, 2023 en Sin categoría

Ambas rieron, tanto Una como Måe. Todos lo estaban haciendo en aquella aula con forma de medio círculo. Se lo estaban pasando en grande ensuciando aquellos paños e incluso su propio furo. Poder, después de tanto tiempo, practicar la taumaturgia libremente en la Universidad, les había llevado a una especie de catarsis. Hacerlo de un modo tan inocente e inofensivo, con libertad para hacer bromas y reír, aún acrecentaba más las ganas de pasarlo bien. Obb les observaba orgulloso y satisfecho.

            La mirada de Una se cruzó por un instante con la de Uli, que estaba emparejado con una HaFuna parca en palabras y más alta que él. El hijo pequeño del Gobernador desaprobaba cuanto estaba haciendo la pareja de Måe, precisamente por el hecho de serlo. Se había esforzado mucho por mostrar su autoridad en clase y desacreditar a la joven HaFuna, y no estaba dispuesto a que nadie echase ese trabajo a perder. A Una se le quitaron las ganas de reír al instante. Måe se percató de la situación y le ofreció una mirada de desprecio que éste respondió con una sonrisa irónica.

OBB – Vale. ¡Vale! Ya es suficiente. ¿Hay alguien de vosotros al que no le haya quedado claro lo que debe hacer?

            Un silencio tan solo roto por alguna que otra ocasional risa nerviosa fue toda la respuesta que obtuvo el profesor. Había pasado las dos últimas llamadas ofreciéndoles las nociones básicas para llevar a cabo ese prodigio, dejando rienda suelta a sus instintos. Consideraba que ese era el mejor modo de hacerlo, si no el único. Cada HaFuno entendía la taumaturgia de un modo muy distinto y particular. Él era de la opinión que tratando de homogeneizar sus dones, haciéndoles replicar idénticos patrones como autómatas, lo que haría sería coartar sus capacidades, su creatividad e incluso su potencial para idear nuevos modos de fabricar esos prodigios. A unos se les dio mejor que a otros, pero todos habían demostrado haber entendido qué hacían, por lo cual se sentía satisfecho.

OBB – Haced el favor de limpiar los paños. Necesitamos que vuelvan a ser negros para lo que vendrá a continuación. Devolved todo el tinte a los cubos, como os he enseñado antes. No lo absorbáis, tan solo dejadlo fluir de vuelta al cubo.

            Los HaFunos acataron raudos la orden del profesor. Lo hacían de manera rigurosa y concienzuda. Con Elo habían aprendido mucho en muy poco tiempo, pero no fue hasta esa jornada que consideraron que realmente habían comenzado realmente sus estudios de gremio. Cada cual se limitó a tomar del paño el color del cubo que había escogido, y enseguida quedaron nuevamente negros.

OBB – Vale… Perfecto. Ahora sentaos en las gradas, por parejas. Llevaos todo el material con vosotros.

            Siguió hablando mientras los HaFunos tomaban asiento. De haber estado ahí, Elo no hubiera dado crédito al modo tan dócil y silencioso en el que se estaban comportando sus alumnos.

OBB – Cada uno de vosotros debe coger un extremo del paño. Eso es, así. Cogedlo con ganas, no tan por la punta, que os abarque la mano entera. ¡Eso es! Perfecto.

            De nuevo alguna risilla nerviosa sirvió de telón de fondo a esa lección que ninguno de ellos olvidaría en mucho tiempo.

OBB – Ahora empieza de verdad la competición. ¡Tenéis que concentraros! Cuando yo dé la señal, deberéis meter la mano en el cubo. Deberéis esforzaros al máximo por tintar el paño. Cada uno de vosotros ejercerá el prodigio por una punta, y vuestro objetivo es ganar a vuestro contrincante. ¡Y deberéis ser honestos! El primero de los dos que consiga tintarlo por completo, pasará a la siguiente ronda. El otro, deberá esperar sentado en la parte alta de la grada. Empecemos por… por vosotras mismas.

El profesor señaló a una pareja de HaFunas que siempre iban juntas a todos lados, y habían tenido la suerte o la desgracia de acabar emparejadas ahí también. Nunca habían dirigido la palabra a Måe, pero tampoco le habían hecho escarnio, como sí lo habían hecho otros muchos de sus compañeros, por lo cual la joven HaFuna no guardaba especial animadversión hacia ellas. Las dos HaFunas acudieron al centro del aula, quedando a la vista de todos sus compañeros.

OBB – Meted la mano en el cubo. Sí, sí. Entera, ¡sin miedo! Luego ya tendréis tiempo de limpiaros. Ahora no tenéis que preocuparos de eso.

            Las HaFunas hicieron caso a su profesor, algo inquietas por ser el centro de atención. Obb asintió.           

OBB – Preparadas… Listas… ¡Adelante!

            La batalla fue reñida, pero la diferencia de potencial entre la una y la otra acabó imponiéndose. Todos aplaudieron mientras la HaFuna que había perdido subía las escaleras hacia la parte superior de la grada, al tiempo que su compañera y amiga desteñía de nuevo el paño. La dinámica se repitió en varias ocasiones. Uli venció a su contrincante sin piedad, a lo que sus incondicionales adeptos respondieron con vítores y aplausos, más exagerados de lo que el contexto parecía exigir. Cuando finalmente llegó el turno de Una y Måe, ambas se pusieron en tensión.

MÅE – Que gane la mejor.

            Una asintió, convencida y concentrada. Acto seguido el profesor Obb les dio vía libre para llevar a cabo sus prodigios. Måe se sorprendió gratamente al ver el nivel de su contrincante. Por algún motivo se había imaginado que ganarla sería mucho más sencillo. Aun así, no se dejó amedrentar. Tuvo serias dificultades para mantenerla a raya. El paño acabó dividido en dos irregulares mitades, una azul y una verde. En el encuentro entre ambos colores se formaba un turquesa serpenteante, que no paraba de virar de un extremo al otro.

Måe sintió que llevaban una eternidad batallando, cuando Una dejó de mirarla fijamente a ella, para echar un rápido vistazo a Uli. La mirada desaprobadora del hijo pequeño del Gobernador hizo que Una perdiese la concentración por un momento. Måe le tomó la delantera, tintando prácticamente el paño entero de color azul, salvo el pedazo por el que Una lo sostenía.

MÅE – ¡Una!

            La HaFuna salió de su ensimismamiento y aprovechó para darlo todo. Estaba tan frustrada y enfadada tanto consigo misma como con Uli, que se excedió. Tintó todo el paño de color verde. Tintó incluso los dedos de Måe, que enseguida soltó el paño.

OBB – ¡Tenemos una ganadora! Jovencita, si es tan amable… se puede retirar.

            Måe le ofreció un asentimiento de astas a Una, al tiempo que la felicitaba por su victoria, y se alejó escaleras arriba, para seguir contemplando la lucha entre sus demás compañeros.

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