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Publicado: 29 octubre, 2022 en Sin categoría

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Måe fue la última alumna en abandonar el aula. Tras la visita al museo habían vuelto a la Universidad justo a tiempo para la hora de la comida. Måe se había sentado con sus nuevos amigos en la cantina, y había comentado lo ocurrido durante aquella breve e inesperada excursión. Cada cual tenía su propia experiencia que contar y un detalle particular de esa visita que les había resultado especialmente llamativo, muchos de los cuales habían pasado desapercibidos para la joven HaFuna, que se había quedado con ganas de seguir explorando aquellas raras y sugerentes habitaciones por su cuenta.

            Cuando sonó la siguiente llamada, todos los alumnos volvieron a sus respectivas clases. Elo, a diferencia del resto de jornadas, que había dedicado todo el turno de tarde a dar una de sus habituales lecciones interminables, les había dejado a su libre albedrío. Les dijo que podían utilizar el resto de la tarde para estudiar o para descansar, y que si tenían cualquier duda, él las resolvería encantado. No había transcurrido ni un tercio de llamada, que todos los alumnos, salvo Måe, se habían marchado de la clase. Ella sí aprovechó la oportunidad para resolver un buen puñado de dudas que tenía anotadas en su libreta. Había estado esperando una oportunidad como esa desde hacía bastante tiempo, y la agradeció sobremanera.

            Elo había elogiado su estoicidad, quedándose hasta tarde repasando sus apuntes y formulando todas aquellas cuestiones, pero cuando sonaron de nuevo las campanas de la espadaña, la invitó a retirarse a sus aposentos, siempre que no tuviera nada más que consultar. Ella había hecho lo propio, no sin antes agradecerle cuánto la había ayudado. Era la primera vez que tenía ocasión de salir más pronto de la Universidad, y aún sin saber muy bien por qué, se sentía algo nerviosa y excitada por ello. Bien pronto llegaría la etapa de libranza que precedía a los exámenes, y se pasaría muchas jornadas seguidas sin visitarla, pero aún así, en esos momentos se encontraba especialmente inquieta.

            Abandonó la Universidad sin tener ocasión de despedirse de Nåk ni del resto de sus amigos, principalmente porque era demasiado pronto, y ellos aún estaban en sus respectivas clases. Pensó en ir directa al molino y seguir estudiando, pero en esta ocasión decidió tomárselo con más calma. Había avanzado mucho las últimas jornadas, y estaba bastante agotada psicológicamente; no le vendría mal un descanso. El camino descendente hacia la muralla la llevó inexorablemente de vuelta al vistoso mercado al aire libre que siempre acostumbraba a cruzar en su camino hacia la Universidad. Pese a que nunca estaba afincado en el mismo lugar, no le costó mucho encontrar el puesto que regentaban Lia y su abuelo.

LIA – ¡No te lo vas a creer!

MÅE – Contigo es todo siempre un carromato de emociones.

            La joven HaFuna sonrió. Lia se abalanzó hacia ella y se tomó la libertad de rozar su mejilla con la suya. Måe apenas había tenido ocasión de empezar a conocerla, y ya estaba empezando a adorarla. Lia era una HaFuna muy expresiva y cariñosa, y charlar con ella resultaba una verdadera gozada. Estaba llena de vitalidad, y su entusiasmo era contagioso.

LIA – La HaFuna que nos compró el tocado ayer… ¡Ha vuelto!

MÅE – ¿Ah, sí?

            Lia asintió. Estaba visiblemente excitada y emocionada.

LIA – Ha vuelto, sería… al mediodía, más o menos, ¿verdad, abuelo?

TYN – Estábamos a punto de ponernos a comer, cuando ha venido, sí.

LIA – Nos ha contado que se llevó anoche tu tocado a una cena de gala que tenían en… no sé donde. Me lo ha dicho pero… no recuerdo el sitio. Bueno, da igual. Un lugar sólo para la nobleza, con… con un montón de HaFunos súper importantes, ¿sabes? ¡Y dice que fue la sensación de la fiesta! Que no paraban de preguntarle de dónde había sacado el tocado, y que… que todas sus amigas están deseando poder hacerse con uno parecido. Estaba muy contenta y orgullosa de su compra, Måe.

MÅE – Caray. ¡Me alegro mucho!

LIA – Está deseando ver más, y… le he tenido que decir que estábamos trabajando en una nueva colección de ropa y de complementos, que… tendría que esperar un poco, que nuestra diseñadora estaba algo atareada pero que pronto nos pondríamos manos a la obra. ¿He hecho bien? Quiero decir… sé que estás muy liada y… no quiero tomarme ninguna libertad que no me corresponda, pero… me encantaría que pudieras venir con nosotros a la Factoría una jornada de estas, para ver cómo trabajamos, y…

MÅE – ¡Sí! De verdad que sí, Lia. Me hace mucha ilusión. Seguro que tenéis muchísimo que enseñarme, y… yo intentaré poner todo de mi parte para que vuestros clientes estén satisfechos.

LIA – Nuestros clientes, Måe.

            La joven HaFuna se sonrojó. Estaba que no cabía en sí de gozo. Ignoraba si el éxito de su tocado era flor de una jornada o si por el contrario realmente podría replicar un éxito semejante en el futuro, pero estaba ansiosa por descubrirlo.

LIA – Con lo que ganamos ayer, vamos a comprar un montón de material nuevo, para poder seguir trabajando en la Factoría. Nuevas máquinas, telas más finas e hilos de mayor calidad. Hace tiempo que queríamos comprar un telar nuevo, porque el que tenemos está ya muy maltrecho, y lo hemos tenido que reparar un montón de veces… ¡Podremos hacer tantas cosas gracias a ti! Hazme un favor… llévate algo. Para inspirarte. ¡Lo que quieras!

            Måe frunció ligeramente el entrecejo. No acababa de comprender a qué se refería.

LIA – ¡Sí! Ahora no puedes trabajar porque tienes que estudiar, pero… te puedes llevar algo a casa y… puedes ir pensando qué te gustaría hacer con ello. ¿Te parece bien?

MÅE – Sí… Sí, claro…

            La joven HaFuna acabó con una bolsita repleta de telas e hilos, así como cintas, agujas y botones. Era un sueño hecho realidad. Pensó en preguntarle cuánto le debía, pero prefirió obviarlo, para no ofenderla.

LIA – Espero verte pronto por la Factoría, cuando acaben los exámenes. Ya les he hablado a todos de ti, y están deseando conocerte.

TYN – Adiós, joven.

            La despedida fue tan emotiva como el encuentro. Pese a que había consumido un buen pedazo de tarde charlando con abuelo y nieta, la joven HaFuna no se arrepintió en absoluto. Al acercarse al Hoyo, comprobó que la plataforma estaba a punto llegar arriba, por lo cual prefirió aguardar a que llegase y subirse a ella que darse aquella larga caminata por la rampa. Era algo más caro, pero de todos modos mucho más barato que el ascensor, y Eco le había dejado un buen puñado de cuentas antes de marcharse en su particular misión lejos de Ictaria. Se acercó a aquella HaFuna jovencita que conocía a Lia, con una sonrisa radiante dibujada en el rostro. Ésta la miró de arriba abajo, con cara de pocos amigos.

TAHORA – Tienes que pagar. Ser amiga de Lia no te va a hacer pasar de gorra toda las jornadas. ¿Entiendes?

Måe se mostró algo desconcertada, pero pagó religiosamente su pase. Era lo que pretendía hacer, de todos modos. El comentario de Tahora la había cogido con la guardia baja, pero prefirió no hacer ningún comentario.

TAHORA – Ahora haz el favor de no entorpecer el paso, hay más HaFunos que quieren usar el Hoyo.

La joven HaFuna miró en derredor. Apenas había más usuarios cerca de donde ellas estaban. De todos modos, se hizo a un lado y aguardó pacientemente a que la plataforma, que acababa de llegar, se llenase, antes de subirse en ella. Sintió lástima por Tahora. Ese parecía un trabajo muy duro, y ella era una HaFuna a todas luces demasiado joven para estar ejerciéndolo. En momentos como ese agradecía especialmente que Eco se hubiese hecho cargo de ella tras el fallecimiento de sus progenitores, pues sin lugar a dudas, ella habría acabado igual que la pequeña Tahora, tan joven y ya huérfana, y no hubiera tenido la oportunidad de estar estudiando en la Universidad de taumaturgia.

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