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Publicado: 25 enero, 2022 en Sin categoría

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Måe apuró el paso para colocarse junto a Una, mientras todos subían las escaleras. La HaFuna se giró hacia Måe y la saludó con un breve y frío asentimiento.

MÅE – Hola, Una.

UNA – Ah, hola…

            Junto con el resto de sus compañeros, ambas cruzaron el umbral de las enormes puertas de la entrada, siguiendo al profesor Elo. Éste viró el rumbo hacia la izquierda, sorteando la secretaría. Cualquiera que les hubiera visto desde los múltiples pasillos y escaleras que comunicaban con el vestíbulo principal les habría podido confundir con un séquito de moghillas jóvenes siguiendo a la mamá moghilla por la superficie de un lago o una esfera hídrica. No obstante, a esas alturas, todos los demás alumnos ya habían ocupado sus respectivas aulas. En esos momentos, a excepción de ellos mismos, por los pasillos tan solo deambulaba personal administrativo y docente.

UNA – Oye… ¿Es verdad eso que nos ha contado…?

Måe se quedó de piedra ante la franqueza y la contundencia de la desafortunada pregunta. Le estaba costando reconocer a Una, más después de haber pasado tanto tiempo juntas las jornadas anteriores.

MÅE – Una, ¿me lo estás preguntando en serio?

            Una mutó su expresión facial, de pura curiosidad a genuino desconcierto.

UNA – ¡No! No, no… No me he expresado bien, Måe, ¡perdona! Me refería a… si… ¿Lo conocías de antes, tú, a Uli?

MÅE – ¿Así se llama el tipo ese?

Uli les echó un vistazo a ambas, por encima del hombro, desde su posición privilegiada a la diestra del profesor, a la vanguardia de aquella pequeña comitiva de jóvenes HaFunos. Fue sólo un instante, y enseguida se puso a hablar con otra alumna, que había estado pegada a él desde que Måe se encontrase con ellos en la plaza. La joven HaFuna puso los ojos en blanco y acto seguido le correspondió con una mirada de desprecio y asco, idéntica a la que hubiera hecho de haber olido un puñado de heces de mípalo.

 MÅE – Esa parte es cierta, sí. Me choqué con él el día que llegué a Ictaria. Nos chocamos en la calle. Los dos. Yo estaba despistada y… no le vi venir, y… del golpe se cayó al suelo. Eso fue todo. Me estaba comiendo un helado, y le manché la ropa, y… supongo que por eso está enfadado. Tampoco creo que sea para tanto, y mucho menos para decir todas las necedades que ha dicho.

UNA – Ah…

            Måe aguardó algún tipo de reacción por parte de la HaFuna, cualquiera, pero Una no le ofreció réplica. A esas alturas, ya habían llegado a su destino. Para su sorpresa, no habían acudido a un aula, sino al enorme patio interior de la Universidad. No obstante, sí había pupitres; tantos como nuevos alumnos, un total de veintisiete, formando medio arco alrededor de una mesa mucho más grande, tras la que el profesor Elo tomó posición.

            Poco a poco los HaFunos fueron apoderándose de los pupitres. Avergonzada y sobrecogida por las miradas furtivas que le brindaban los demás compañeros, Måe tomó asiento en uno de los extremos más alejados, en segunda fila, junto al lugar que había escogido Una. Ambas dejaron sus macutos a los pies de las patas del pupitre y tomaron asiento, observando con curiosidad el gran bulto que se dibujaba bajo el trapo que había en todos y cada uno de los pupitres, así como en la mesa del profesor Elo. Los nuevos alumnos no paraban de cuchichear entre sí, y Måe llegó a convencerse que ella era el centro de atención de todas las conversaciones. Uli tomó asiendo justo delante de ellas, en la primera fila frente a la mesa de profesor, y otros tres HaFunos que le habían estado siguiendo de cerca desde que se encontrasen en la plaza, se apresuraron a sentarse junto a él. Elo tomó aire y se dirigió a ellos, con una sonrisa afable en el rostro.

ELO – Silencio. Silencio chicos. Hagan el favor de no tocar los paños que tienen en sus pupitres hasta que yo lo ordene.

            Poco a poco el jaleo fue apaciguándose, hasta que el patio interior de la Universidad quedó en completo silencio.

ELO – Me enorgullece poder darles la bienvenida a la Universidad de taumaturgia. Hoy es el primer día del resto de sus vidas, jóvenes HaFunos. Como bien sabrán, no es tarea fácil escoger a los nuevos integrantes del gremio, por lo que si ustedes están aquí hoy, es porque han demostrado aptitudes por encima de la media. Mi nombre es Elo, y seré su guía durante este primer ciclo. Antes de comenzar, permítanme que tome nota de sus nombres, para que pueda dirigirme a ustedes de aquí en adelante.

            Elo tomó una hoja que tenía sobre la mesa, bajo una piedra plana que hacía de pisapapeles, y comenzó a nombrar a todos los alumnos. Cada cual correspondió a su nombramiento con un asentimiento de astas. Cuando finalmente llegó el turno de Måe, todas y cada una de las miradas se centraron en ella. A esas alturas, a la joven HaFuna ya no le cabía duda que no eran imaginaciones suyas; a duras penas nadie se había girado cuando nombraron al resto.

No obstante, había algo más. No solo la miraban sus compañeros, sino literalmente todos los demás alumnos de la Universidad, al menos todos los que se encontraban en un aula con vistas al patio interior. La joven HaFuna contempló asombrada decenas si no cientos de HaFunos detrás de todas las ventanas, mirando hacia donde ellos se encontraban. Le llamó la atención, pues parecían estar ordenados cromáticamente: tras cada cluster de ventanas tan solo veía estudiantes ataviados con idéntico color de túnica.

            Elo acabó con la lista nombrando a Uli, y la dejó con delicadeza de nuevo sobre la mesa.

ELO – En la Universidad se imparten clases de seis disciplinas, que son las seis disciplinas básicas de la taumaturgia moderna.

Måe se apresuró a sacar su libreta nueva del macuto, y comenzó a tomar notas con su pluma, uno de los últimos regalos que le había hecho Goa antes que sus caminos divergieran.

ELO – Esas seis disciplinas son las siguientes: Alquimia, artes bélicas, sanación, ingeniería, artes plásticas y naturología. Cada una de esas disciplinas tiene su propio escudo y su propio color. Como podrán haber apreciado, hay estudiantes con túnicas de seis colores distintos. Ahora ya saben a qué es debido. Las suyas son negras, porque aún no han escogido su disciplina. El cuerpo docente, entre los que me incluyo, viste túnica blanca.

            La joven HaFuna escribía todo lo rápido que podía. Levantó la mirada un instante, y se sorprendió al ver que era la única que estaba tomando apuntes de cuanto el profesor Elo decía.

ELO – Durante este primer ciclo aprenderán las nociones básicas de todas las disciplinas. Al final del mismo, deberán ser ustedes mismos quienes decidan cuál quieren tomar. En adelante, serán los dueños de su destino: nadie más tomará las decisiones por ustedes, de modo que tienen que pensar mucho y muy a fondo qué quieren hacer con el resto de sus vidas. Por fortuna, todavía tienen mucho tiempo, y contarán con el asesoramiento de todo el cuerpo docente para tomar la decisión. Pero bueno… ya entraremos más a fondo un poco más tarde. Ahora… Supongo que estarán deseosos de comenzar a practicar sus prodigios, ¿no es cierto?

            Un clamor popular se apoderó del patio interior. Måe creyó intuir por el rabillo del ojo que los alumnos que se encontraban tras las ventanas se agolpaban aún más, unos junto a otros, para obtener una mejor visión del patio interior.

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