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Publicado: 13 May, 2023 en Sin categoría

UNA – ¿Te han molestado mucho, esos cuatro?

            La joven HaFuna hizo un gesto negativo con la cabeza, restándole importancia. Intentó zafarse de ella y seguir su camino, pero Una no se apartó de la puerta. Quería charlar, y no estaba dispuesta a dejarla marchar así como así.

UNA – ¿Estás bien, Måe? Te veo algo… distinta. Triste. ¿Acaso no te han ido bien los exámenes?

            Måe no alcanzaba a comprender qué se proponía Una, abordándola ahora cuando no le había dirigido la palabra una sola vez en la Universidad prácticamente desde el inicio del curso. Estaba deseosa de volcar en ella toda su frustración por la desaparición de su taoré, pero los sabios consejos de Eco retumbaron en su conciencia.

La joven HaFuna se esforzó tanto como pudo por ser políticamente correcta. Pese a que todo apuntaba en la misma dirección, al fin y al cabo no tenía pruebas, y no quería volver a caer en el error que hizo al inculparla de pregonar su nombre completo a Uli. Sacando fuerzas de donde no las había, forzó una sonrisa, que tan solo consiguió que Una frunciese aún más el ceño.

MÅE – Los exámenes me han ido genial. Gracias.

UNA – ¡No esperaba menos! A mi también me han ido muy bien. Seguro que no tanto como a ti, pero… creo que sacaré buena nota. Quería… quería agradecerte otra vez todo lo que me has ayudado. ¡No te imaginas el favor que me has hecho! Sin tu ayuda… no quiero ni imaginar lo mal que me hubieran ido. Y la bronca que me habría comido de mis padres. ¡Tú no sabes lo exigentes que son!

            Måe respiró hondo. Resultaba evidente que no estaba a gusto. Y tampoco se escondía de ello.

UNA – ¿Estás bien? Te noto… rara.

MÅE – No. No estoy bien, Una.

            Una se mostró genuinamente sorprendida por esa respuesta.

UNA – ¿No? ¿Qué te pasa? ¿Te puedo ayudar en algo?

MÅE – No puedes ayudarme.

UNA – ¿Pero qué te ha ocurrido? ¿Le ha pasado algo a Eco, o a tu mascota esa… de fuego?

MÅE – ¡No! Gracias a Ymodaba.

UNA – ¿Entonces qué es? Cuéntamelo, por favor.

MÅE – Ayer me robaron.

UNA – ¡No me lo digas! ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Qué pasó?

MÅE – En el molino.

            La joven HaFuna escrutaba el rostro de Una, buscando en él alguna señal de culpabilidad. No obstante, lo único que encontró fue genuina sorpresa, lo cual también la sorprendió mucho a ella. O era una excelente actriz, o no tenía la menor idea de lo que le estaba hablando.

UNA – ¿Pero cómo? ¿Os robaron muchas cuentas?

MÅE – No. Ni una sola.

UNA – ¿Entonces?

MÅE – Me robaron el taoré.

UNA – ¡No!

            Una se llevó una mano al hocico, tapándolo con sus cuatro dedos.

UNA – ¡Qué rabia! Con lo bien que se te daba. Pero… ¿cómo fue? ¿Qué pasó?

MÅE – No lo sé. ¡Ojalá lo supiera!

UNA – Ah, ¡por eso debía estar la puerta abierta! Debieron entrar antes que yo llegase al molino. ¡Seguro que fue entonces!

MÅE – ¿Tú no viste nada?

UNA – ¡No! Yo… cuando llegué, la puerta ya estaba abierta. Te llamé, pero… no había nadie. Al menos… yo no vi a nadie. No recuerdo… Y… tú apareciste al poco rato, por eso no le di importancia.

MÅE – Pues debieron llegar antes que tú.

UNA – Y… ¿no se llevaron nada más?

MÅE – No. Podrían haberlo hecho, pero… no.

UNA – Aún gracias, pero… ¡qué rabia! Recuerdo que me dijiste que te lo regaló un amigo que ya no… Lo siento. De veras. Si puedo hacer algo por ti…

MÅE – Sí puedes hacer una cosa. Dame la mano.

            Una frunció el ceño.

MÅE – Quizá no te diste cuenta, pero… sí viste algo. Si no te es molestia…

UNA – Sí. Claro… ¡Faltaría más!

            Una le ofreció su mano a Måe, solícita y diligente. A la joven HaFuna le sorprendió tal nivel de proactividad. Ambas cerraron los ojos y poco a poco fue formándose en su mente un recuerdo que pronto ambas vieron con claridad. Una estaba sobrevolando la isla del molino. Aterrizó torpemente en la pequeña colina de la isla y bajó la pendiente hasta el molino, sin parar de mirar hacia arriba, hacia Ictaria y el enorme nimbo que la estaba engullendo. Lo hizo a paso ligero, y una vez llegó a la parte delantera del molino, descubrió que la puerta ya estaba abierta. Se asomó y llamó a Måe a voz en grito. Al no obtener respuesta, se puso a hablar con Snï, preguntándole dónde se encontraba su amiga, tratándole cariñosamente, como lo haría con un cachorrillo de HaFuno. El fuego fatuo la observaba curioso, desde su quinqué, mientras se deleitaba con la madera que Eco le había entregado antes de marcharse. Sin haber llegado en ningún momento a entrar al molino, enseguida escuchó una voz tras de sí. Måe pudo verse a sí misma aproximándose, ataviada con el abrigo que ahora pertenecía a Mio. Entonces separó su mano de la de Una, y ambas volvieron en sí a la realidad del aula.

UNA – ¿Has podido ver algo?

            La joven HaFuna negó con la cabeza.

UNA – Lo siento. Si te enteras de cualquier cosa… dímelo.

MÅE – No te preocupes. Y márchate ya, que si no, van a empezar con los cuchicheos.

            Una asintió. La asió del hombro y se lo estrujó cariñosamente, apiadándose de ella con la mirada. Acto seguido se marchó. Måe se quedó sola un rato más, reflexionando sobre lo ocurrido. Abandonó el aula con la firme convicción que Una no le estaba mintiendo. Pero si ella no había robado el taoré, ¿quién lo podía haber hecho? La respuesta era evidente: cualquiera. Al fin y al cabo, Una tenía toda la razón: si no aseguraban el molino, cualquier HaFuno podía colarse a hacer maldades cuando ellos no estuvieran. Por un instante imaginó que el ladrón podría haberse llevado a Snï en vez del taoré, y el corazón le dio un vuelco en el pecho.

            Abandonó la Universidad a toda prisa, sin ganas de hablar con nadie, aguantándose las lágrimas. Estaba tan nerviosa y tan triste, que incluso prefirió dar un rodeo y obvió cruzar el mercado al aire libre donde, con toda seguridad, se habría encontrado con Lia y con su abuelo. Ahora lo único que quería era volver a casa y echarse a dormir hasta que el cuerpo dijera basta.

comentarios
  1. meiwes dice:

    Estaba convencida de que Una se lo había llevado para restaurarlo en algún prestigioso y carísimo artesano como agradecimiento por las horas de estudio… Ahora vuelvo a estar intrigada!

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