061

Publicado: 22 enero, 2022 en Sin categoría

61

Uli reconoció al instante a la joven HaFuna. Al menos esa fue la impresión que ella se llevó al ser testigo del rictus de antipatía y desprecio que su cara adoptó tan pronto la vio. Hasta el momento, el HaFuno había estado charlando y riendo distendidamente con los que a partir de esa jornada serían los nuevos compañeros de clase de ambos.

ULI – ¿Me estás tomando el furo?

MÅE – ¿Serías tan amable de dejarme pasar, por favor?

            Uli, que le barría el paso al corrillo de nuevos alumnos, no movió un solo músculo. Måe respiro hondo, tratando de tranquilizarse. Buscó con la mirada a Una, y la encontró al fondo del círculo, hablando con otras dos HaFunas. Aún no se había percatado de su presencia. A esa distancia, le costó incluso distinguirla, más al encontrarse todas ellas ataviadas con idéntica vestimenta. La joven HaFuna trató de hacerse un hueco, pero Uli se movió en idéntica dirección, impidiéndole dar un paso más, con una expresión abiertamente hostil e incluso divertida dibujada en el rostro.

ULI – ¿De qué vas disfrazada? ¿Se puede saber qué haces tú aquí?

            Måe frunció el entrecejo, tratando de discernir si la pregunta era irónica, o si aquél maleducado HaFuno era tan tonto como aparentaba.

MÅE – Lo mismo que tú. Hoy inicio mis clases de gremio.

ULI – No puede ser.

            A Måe le temblaban las manos, pero trató de aparentar normalidad. Detestaba las disputas y la violencia por encima de todas las cosas, y no estaba para nada acostumbrada a ese tipo de situaciones. Aquél HaFuno la sacaba de sus casillas.

ULI – ¿Pero tú qué edad tienes?

MÅE – La misma que tú, supongo. Todos somos llamados a nuestros gremios a la misma edad, ¿no?

            Uli forzó una carcajada, mirándola por encima del hombro. Måe era sustancialmente más baja que él; a duras penas le llegaba a la altura del pecho Siempre le habían dicho que aparentaba mucha menos edad de la que tenía. La expresión facial de Uli cambió de un momento al otro. Dejó de prestarle atención y se dio media vuelta, dirigiéndose al resto de HaFunos que circundaban el corrillo, dándole la espalda a Måe, con una sonrisa dibujada en el hocico.

ULI – Prestad atención, todos. Callaos. ¡Silencio!

            Por algún motivo que se escapaba a la joven HaFuna, el resto de nuevos alumnos dejaron de cuchichear entre sí y prestaron solemne atención a aquél tipo. Uli se hizo a un lado, permitiendo así que todos vieran a Måe. Ella se ruborizó, al convertirse involuntariamente el centro de atención. Su mirada se cruzó con la de Una, que observaba la escena sin entender cuanto estaba acaeciendo.

ULI – La HaFuna que tenemos aquí es una icteria.

MÅE – ¡Eso no es verdad!

            Måe apretó los puños de pura impotencia y rabia. La sonrisa de Uli se ensanchó aún más.

ULI – ¿Acaso no vives allá abajo?

Måe abrió la boca para responder, pero las palabras sencillamente no acudieron. Técnicamente, Uli estaba en lo cierto, por más que las connotaciones de lo que estaba diciendo fueran abiertamente tendenciosas. Su silencio fue toda la respuesta que él necestió para darse por satisfecho.

ULI – Eso me imaginaba…

            Una lágrima acudió al morado ojo de la joven Hafuna, pero ésta se apresuró a secarla con el furo del dorso de su mano.

ULI – Por algún motivo que escapa a mi conocimiento, ha conseguido sortear los rigurosos juicios que escogen a los nuevos alumnos cada ciclo. Lamentablemente, de vez en cuando se nos cuela alguno, y al parecer, nosotros hemos tenido esa mala suerte. Por eso os aviso: debéis estar todos prevenidos. Yo, desgraciadamente, no es la primera vez que me cruzo con ella. Hace unas pocas jornadas, me la encontré por la calle. Le acompañaba otro delincuente, igual que ella. Ahí donde la veis, tan escuálida, se abalanzó hacia mí y me tiró al suelo, sin contemplaciones, sin duda tratando de robarme.

            Måe observó impotente cómo un par de los HaFunos que estaban escuchando la retahíla de blasfemias de Uli comenzaban a hablar entre ellos, sin dejar de mirarla fijamente. El nudo de su garganta era tal que empezaba a costarle incluso respirar.

ULI – Afortunadamente, no le salió bien la jugada, porque yo estaba bien acompañado en esos momentos, por lo que no pudieron acabar su treta y tuvieron que marcharse. Por vuestro bien y el de todos, os aconsejo que vigiléis bien vuestras pertenencias de ahora en adelante.

            La joven HaFuna estaba roja de ira, y a esas alturas los lagrimones caían irremediablemente a lado y lado de su hocico.

MÅE – ¡Te exijo que retires lo…!

            Las dos campanas de la espadaña que había bajo el reloj comenzaron a tañer con estridencia, anunciando que había llegado la tercera llamada. La discusión murió en ese mismo instante, ahogada por el ruido de las campanas y las voces del resto de alumnos. Todos se giraron hacia la fachada principal. Los corrillos de alumnos vestidos con coloridas túnicas que había desperdigados por la plaza comenzaron a organizarse, y ordenadamente empezaron a subir las escaleras que llevaban a la entrada principal de la Universidad. Poco a poco la plaza fue quedándose vacía. Los nuevos alumnos, ataviados con sus negras túnicas, se miraban los unos a los otros, preguntándose si debían imitarles o por el contrario debían esperar. Todos habían recibido idénticas instrucciones en la secretaría, por lo que prefirieron quedarse donde estaban. No obstante, cuando la plaza quedó completamente desierta, todos empezaron a dudar de su memoria. Poco a poco se fueron congregando a los pies de la escalera, dubitativos.

            Tras unos instantes de calma chicha, las puertas de la Universidad se abrieron de nuevo. Tras ellas apareció un HaFuno anciano, con las astas más grandes y pobladas que Måe había visto en mucho tiempo. Iba ataviado con una túnica idéntica a la de ellos, pero completamente blanca. Se acercó hacia el inicio de las escaleras, y se dirigió hacia los asustados y expectantes HaFunos que tenía bajo sus pies.

ELO – Acompáñenme, jóvenes.

            Los HaFunos se miraron los unos a los otros, pero cuando Elo se dio media vuelta, todos comenzaron a subir las escaleras apresuradamente, siguiéndole de cerca.

Deja un comentario