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Publicado: 5 noviembre, 2022 en Sin categoría

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Måe tomó asiento de nuevo, con una media sonrisa surcándole el rostro. Aquella nueva jornada lectiva en la Universidad de taumaturgia había comenzado de una manera atípica, de igual modo que lo había hecho la de la jornada anterior. En este caso sí se habían dirigido a su aula habitual, pero el profesor Elo no había comenzado su lección como de costumbre, sino que les había sorprendido con un examen oral sorpresa, que había cogido con la guardia baja hasta el último HaFuno de la clase. Él mismo escogía sus víctimas en un orden abiertamente arbitrario, una detrás de otra, inmisericorde. Hasta que no le tocó el turno a la joven HaFuna, la sensación había sido francamente decepcionante.

            La pregunta que el profesor le había formulado no le había resultado especialmente complicada de responder. Había estudiado tanto las jornadas precedentes, que tenía la lección muy fresca en la memoria. Las preguntas que formulaba el profesor estaban todas sacadas de las lecciones que él mismo les había impartido desde el inicio del curso. No eran sencillas, pero cualquier HaFuno que hubiese prestado la suficiente atención podría responderlas sin demasiada complicación. El problema residía en que no todos habían prestado esa atención, y que la mayoría no habían tomado siquiera apuntes.

ELO – Una. Haga el favor de ponerse en pata.

            La HaFuna, visiblemente nerviosa, acató la orden del profesor. Le temblaban las patas. Se mordió el labio, manteniendo la mirada gacha.

ELO – Dígame: ¿Qué debo hacer en caso de encontrar un HaFuno herido por obra de un prodigio?

La HaFuna tragó saliva. En esos momentos hubiese preferido que se la tragase la tierra. Estaba tan nerviosa que se le nubló la vista. Durante un instante creyó incluso que perdía el equilibrio, y que caería redonda al suelo. Todos los ojos de la clase estaban clavados en ella, aguardando una respuesta que parecía hacerse de rogar. El profesor Elo respiró hondo.

ELO – Relájese, joven. Les repito que este examen no será tenido en cuenta para su expediente. Tan solo es una prueba de nivel. Le formulo de nuevo la pregunta: ¿Qué pasos debe seguir si se encuentra con un HaFuno herido por un prodigio?

UNA – Avi… Avisar a… al enfermero. Debemos… No…  No…

ELO – Puede sentarse, joven.

            Una tomó de nuevo asiento con tal velocidad que Måe hubiera podido jurar que habían le tirado con fuerza de su cola. Elo, visiblemente, frustrado, se rascó el nacimiento de sus imponentes astas, mientras paseaba su mirada por los demás alumnos, que no hacían más que rehuírsela.

ELO – ¿Alguno de vosotros podría responder a esa pregunta?

            El silencio se apoderó del aula, tan solo roto por algún que otro talón repicando el suelo de puro nerviosismo. Elo estaba acostumbrado a ello, pero no por eso se sentía menos frustrado y decepcionado. Entrar en la Universidad de taumaturgia, la única de todo al anillo, era extremadamente complicado. Saberse escogido, a su particular parecer, era el mayor de los elogios que un HaFuno podía recibir. Ver cómo sus alumnos no le daban la importancia que tenía le resultaba muy trise. Su mirada acabó fija de nuevo en Måe. La HaFuna frunció ligeramente el ceño. Ella ya había respondido a su propia pregunta, y en consecuencia se creía inmune.

ELO – Joven Måe, ¿sería tan amable de responder usted?

            A la joven HaFuna le llamó poderosamente la atención que la hubiera escogido de nuevo precisamente a ella, porque esa misma pregunta se la había formulado ella a él la tarde anterior, durante el tiempo en el que el profesor les había invitado a resolver sus dudas. Consciente que hiciera lo que hiciera no podría empeorar la imagen que ya tenían de ella sus demás compañeros de clase, la joven HaFuna se irguió de nuevo, tomó aire, repasó mentalmente todo cuanto sabía sobre la cuestión que había formulado el profesor, que no era poco, y comenzó a hablar.

MÅE – Antes de nada, lo primero que debemos hacer es proteger al herido para evitar que se lastime más. Luego, si está en nuestra mano, debemos avisar a algún HaFuno del gremio de sanación para que venga a socorrerle. En caso que no podamos hacerlo, o que el estado sea tan crítico que no podamos esperar a que nadie más acuda, deberemos actuar nosotros. Antes de nada deberemos asegurarnos que el HaFuno no está sobrecargado de algún prodigio que le haya provocado ese estado, y que nos pueda dañar a nosotros. Le deberemos preguntar, pero si no está inconsciente, deberemos asumir que es así. Siempre. Si tenemos esmirtol a mano, deberemos transferir toda la sobrecarga al metal, para anularla. En caso contrario, deberemos tocar al herido con la otra mano en el suelo, preferiblemente tierra firme, para hacer lo propio. Una vez que sepamos que es seguro para nosotros, a no ser que resulte evidente, deberemos averiguar qué le ha ocurrido reclamándole la memoria de su accidente. En adelante, según el tipo de lesión que tenga, podemos actuar de un modo u otro. En el caso que sea un traumatismo superficial, podemos absorberlo nosotros mismos para paliarlo o transmitirlo a cualquier ser biológico, siendo preferibles los de sangre caliente. En caso que se trate de una herida abierta, deberemos cauterizarla haciendo uso de…

ELO – Suficiente. Puede sentarse.

            La joven HaFuna asintió y tomó asiento de nuevo. No fue hasta entonces que se dio cuenta que había entrado en una especie de trance, y que hubiera podido seguir hablando de seguido al menos media llamada más si nadie la hubiera parado. Repasar la lección en voz alta era lo que mejor le ayudaba a retener toda esa información en la memoria, y lo que acababa de ocurrir no distaba mucho a lo que ella hacía con Snï todas las noches.

ELO – Excelente como siempre, joven Måe.

MÅE – No tiene ningún mérito. La sanación es una de mis disciplinas favoritas.

ELO – La profesora Maj estará encantada de darle la bienvenida a su clase. Lamento no poder ofrecerle yo ninguna insignia, porque le puedo asegurar que se la merece. Después de los exámenes, todos ustedes podrán optar de nuevo a hacerse con ellas, como ocurrió en su lección inaugural. Pero les adelanto que si alguno de vosotros quiere acabar el curso, más vale que espabilen y se pongan a estudiar, porque lo que he visto hasta el momento me tiene francamente decepcionado.

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