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Publicado: 12 agosto, 2023 en Sin categoría

MAJ – Bueno… necesito un voluntario.

            Los HaFunos se quedaron de piedra. Comenzaon a mirarse de soslayo unos a otros, genuinamente nerviosos. Durante un instante, dio la impresión que incluso habían dejado de respirar. Maj soltó una risotada, todavía con aquella afilada daga en su mano.

MAJ – ¡Que es broma! Bueno, bueno… Esto que voy a hacer ahora es tan solo una demostración. Os pido por lo que más queráis que no intentéis replicarlo por vuestra cuenta hasta que estéis preparados. Y no me cansaré de decirlo. Voy a ser muy pesada, pero quiero que os quede bien claro.

            La profesora respiró hondo de nuevo. Observada por los atónitos alumnos, que no le perdían ojo, hundió la punta de la daga en la palma de su mano, hasta que una gota de sabia azul brotó de la herida y resbaló lentamente por el lateral de su mano hasta salpicar la mesa. No había denotado el menor atisbo de dolor, y eso fue algo que llamó poderosamente la atención de Måe, que observaba ceñuda la risueña cara de su profesora de sanación. La sabia que corría por las venas de los HaFunos era parecida a la sangre de los mamíferos, como la de los mípalos, pero algo más espesa. Y mucho más dulce. Pese a que con la de los animales de granja hacían morcillas y servía asimismo para aderezar guisos, con su sabia no hacían absolutamente nada, por razones más que obvias.

MAJ – Acercaos. Acercaos, chicos. Esto vale más verlo de cerca. Sin miedo.

            Los curiosos alumnos se agolparon a toda velocidad frente a la mesa de la profesora, formando un semicírculo. Estaban genuinamente interesados por lo que ésta pudiera mostrarles. Los que estaban más cerca se agacharon para permitir ver a quienes se encontraban detrás de ellos. Måe se demoró más de la cuenta en aproximarse, y acabó quedándose atrás. Pese a que lo pidió amablemente, nadie le hizo un hueco. Desde ahí tan solo se veía un buen puñado de astas pobladas que no le permitían ver absolutamente nada. Sin cortarse un furo piloso, se subió a una silla y desde ahí a uno de los pupitres. Desde esa posición privilegiada pudo ver con claridad lo que Maj se disponía a hacer.

MAJ – Esta herida es muy superficial e insignificante. Vamos a empezar por el principio, como es de recibo. Lo que tengo yo aquí es una pequeña herida abierta, que tardará al menos tres… o cuatro jornadas en cicatrizar y desaparecer por sí sola. Media docena a lo sumo. Pero nosotros podemos acelerar ese proceso de una manera muy sencilla y rápida. Imaginaos que esta herida, en vez de estar concentrada en este punto concreto en la palma de mi mano, estuviera repartida por cien puntos diferentes, por todo mi cuerpo. ¿Cuánto creéis que tardarían en curarse esas cien minúsculas heridas?

            La profesora miró en derredor a sus atentos alumnos, pero éstos no respondieron. Habían interpretado que se trataba de una pregunta retórica.

MAJ – ¡Muy poco! Mucho menos de una llamada, eso os lo puedo asegurar. Es un poco molesto, pero… muy efectivo. ¡Y rápido! Con heridas de este tipo, que no supongan ningún tipo de riesgo para vuestra salud y mucho menos para vuestra vida, lo más sencillo y habitual es transferirlas por todo vuestro cuerpo. Pero hay otra manera de hacerlo igual de práctica y rápida. Hoy os voy a enseñar las dos.

            Maj respiró hondo, se limpió la palma de su mano con un pañuelo y la mostró a los alumnos. Minúsculas gotitas de sabia luchaban por salir de la herida, pero pese a que se hincharon tímidamente en varios de puntos, no llegaron a gotear de nuevo.

MAJ – Fijaos bien. Lo que ahora voy a hacer va a ser transferir parte de la herida a mi otra mano. Aunque a primer golpe de vista no lo parezca, es una transferencia básica. Y muy sencilla de hacer.

            La profesora juntó ambas manos, ofreciéndoles a sus alumnos sus palmas para que las vieran con claridad. La herida que tenía en una de ellas fue menguando, al tiempo que se formaba una mancha azulada creciente en la otra, que no llegó siquiera a abrirse. Algunas sutiles exclamaciones de asombro reinaron en el, por otra parte, silencioso ambiente. Eso no hizo sino acrecentar la sonrisa en la cara de la profesora. Como no podía ser de otro modo dedicándose a la taumaturgia, adoraba su trabajo. Las muestras de asombro y admiración de los alumnos de primer curso le resultaban encantadoras.

MAJ – No he curado mi mano, ¡pero fijaos si ha mejorado! Lo que he hecho es dividir la herida en dos heridas distintas, mucho más pequeñas y que, en consecuencia, tardarán mucho menos en curarse. No la mitad, menos incluso. No es proporcional, eso también lo estudiaremos. Ahora… voy a ir más allá. Voy a dividirla otra y otra y otra vez más.

            Todos observaron atónitos cómo las heridas de ambas manos desparecía. Sin más. De no ser por la mancha de sabia seca que la profesora lucía en una de ellas, podrían haber jurado que la herida no había estado ahí.

MAJ – Da la impresión que haya curado las heridas. ¡Pero no es eso lo que he hecho! Más adelante os enseñaré las partes de vuestro cuerpo que más rápido se recuperan, a las que es más recomendable transferir cualquier herida. Bueno, y también las partes de vuestro cuerpo sin terminaciones nerviosas donde es más aconsejable hacerlo… según las circunstancias, para paliar el dolor. Eso sí es importante. En ocasiones os va a convenir más deshaceros del dolor que provoca que de la propia herida en sí, sobre todo si es lacerante y puede acabar haciéndoos perder el conocimiento. Cuando me he hecho la herida en la mano, he transferido todo el dolor al follaje de mis astas. Las hojas no sienten. El dolor estaba ahí, os lo aseguro, pero… yo no he sentido nada. Son como… las pezuñas o… el furo. ¿Acaso notáis dolor cuando os cortáis el furo piloso? Pero bueno, de eso… ya hablaremos más adelante, porque… es bastante más complejo. No es una transferencia tan básica, y… requiere mucha práctica, para hacerlo bien. Y el proceso de aprendizaje es… Bueno, no adelantemos acontecimientos.

            La profesora esbozó una sonrisa, que no fue correspondida por ninguno de sus alumnos.

MAJ – Ahora os enseñaré la otra manera de hacerlo. Es igual de rápida, pero… algo más compleja. Enseguida veréis por qué.

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