Archivos para 15 junio, 2024

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Publicado: 15 junio, 2024 en Sin categoría

La presencia de aquellos HaFunos ataviados con túnicas verdes, color relacionado con la disciplina de sanación, no auguraba nada bueno. La expresión cariacontecida de sus rostros tampoco resultaba especialmente halagüeña. La joven HaFuna, que por un instante había perdido el hilo del particular monólogo que llevaba protagonizando el profesor de artes bélicas desde hacía un buen rato, concentró de nuevo en él toda su atención.

TÜL – Os puedo asegurar que no va a ser fácil. Ni rápido. Y os garantizo que va a ser doloroso.

            Måe tragó saliva. No le estaba gustando nada la dirección que estaba tomando el sermón.

TÜL – Pero es la única manera de prepararos para poder hacer frente a nuestro enemigo común. Ya hemos estudiado suficientes prodigios para empezar a tomarnos las cosas en serio con la práctica. ¡Basta de teoría inútil! De nada os va a servir haber leído mil libros sobre artes bélicas si un HaGrú os agarra del cuello y comienza a estrujaros el gaznate con sus sucias manos. Ahora mismo, si cualquiera de vosotros se encontrase cara a cara con una de esas deleznables bestias, en el mejor de los casos conseguiríais no orinaros encima. Y conociéndoos como os conozco… eso con suerte. Con mucha suerte. Cuando acabe este primer curso, mi objetivo es que todos y cada uno de vosotros seais capaces tanto de defenderos de sus ataques como de atacar sus puntos débiles para reducirles. Y destruirles. Ese y no otro debe ser siempre nuestro objetivo. ¡No podemos olvidarlo! Si llegado el momento no lo conseguimos, jamás seremos libres. ¡Jamás! Debemos acabar con ellos de una vez por todas y para siempre. Es lo único que se merecen. Y para eso… la única manera es practicar, practicar y seguir practicando. Y practicar un poco más. Pero practicar de verdad, no practicar prodigios contra un maniquí. En adelante practicaréis entre vosotros. HaFuno contra HaFuno. Serán batallas reales entre iguales, donde únicamente ganará el mejor. A partir de hoy iniciamos un torneo en el que todos vosotros participaréis. Cada batalla tendrá tres rondas, y sólo ganará el mejor. En cada clase realizaremos una batalla, y el vencedor de esa batalla se llevará la insignia de la jornada. ¡Pero no os confundáis! Seguiremos aprendiendo prodigios nuevos, cada vez más potentes, peligrosos y complicados, pero iremos intercalando estas prácticas cuerpo a cuerpo de las que os hablo, de aquí hasta final de curso.

La sonrisa en el rostro de Uli se hacía más grande por momentos. Måe hacía un buen rato que tenía el ceño fruncido, visiblemente contrariada por cuanto les estaba explicando el profesor de artes bélicas.

TÜL – Una vez todos y cada uno de vosotros hayáis participado, iniciará la siguiente ronda, donde sólo podrán participar los vencedores de la anterior. Los que hayáis fracasado en esta primera ronda, quedaréis excluidos para siempre como postulantes para formar parte del selecto grupo de estudiantes que continuarán sus ciclos en la Universidad estudiando la disciplina de artes bélicas. Así que os aconsejo que pongáis todos vuestros sentidos en lo que hagáis en adelante, si queréis ser HaFunos de provecho la jornada de mañana. Esa ronda dará paso a la siguiente, en la que sólo podrán participar los vencedores de la anterior y así sucesivamente hasta que tan solo quedéis dos HaFunos invictos. Eso coincidirá con el fin del curso lectivo. Esos dos HaFunos realizarán una última batalla, pero será una muy, muy especial. Se llevará a término en los jardines de la Casa del Gobernador, como parte de los festejos de la Gran Escisión. El vencedor de esa última batalla será galardonado con una insignia especial, un brazalete de bavarita pura, y automáticamente adquirirá el derecho de formar parte del alumnado de artes bélicas el resto de ciclos de sus estudios en la Universidad de Taumaturgia, sin tener que pasar ninguna otra prueba aneja.

            El brillo en los ojos de Uli resultaba cegador. La joven HaFuna conocía muy bien la voluntad del hijo menor del Gobernador por formar parte del alumnado de artes bélicas el resto de su estadía en la Universidad. Compadecía al pobre HaFuno que tuviera la mala fortuna de cruzarse en su camino durante aquellas batallas de las que hablaba Tül, que se le antojaban tediosas cuanto menos, y genuinamente preocupantes en el mejor de los casos. El profesor Tül se aproximó a una de las paredes, y sin siquiera tocarla movió a un lado una de las grandes puertas correderas, hechas a la escala de los HaGrúes que antaño vivieran bajo esos altos techos, por medio de la taumaturgia.

            Lo que había al otro lado sorprendió enormemente a la joven HaFuna, y a juzgar por los aspavientos que profirieron muchos de sus compañeros, no fue la única que descubrió algo que no se esperaba. Eran literalmente armaduras. Por su aspecto, tenían pinta de ser excepcionalmente pesadas. Las había de todos los tamaños imaginables y todas y cada una de ellas compartían una característica idéntica: parecían antiquísimas. Sus intrincados bordados y el delicado nivel de ornamento de sus piezas metálicas delataban que habían sido fabricadas artesanalmente por las múltiples manos de los ya extintos HaGapimús, mucho antes de la Gran Escisión. Estaban hechas para durar.

TÜL – Practicar las artes bélicas cuerpo a cuerpo es una tarea harto peligrosa. No en vano su objetivo es el de acabar con la vida del contrincante. No pretendo que hagáis eso. De hecho, si alguno de vosotros lo hiciera, sería automáticamente expulsado de la Universidad. Nuestro objetivo aquí es el de aprender a defendernos, no matarnos entre nosotros. Para ello utilizaréis estas armaduras. Están forradas de esmirtol, con lo que la mayor parte de la fuerza de los ataques que realicéis serán absorbidas por éste. Pero… ¡basta de cháchara! Vamos a ponernos manos a la obra. En esta urna se encuentran todos vuestros nombres, y ahora mismo daremos inicio a la primera de las batallas. Tú mismo. Echa mano de un par de papeletas.

            Bim, designado como mano inocente, con una expresión seria y comedida en el rostro, que Måe no fue capaz de reconocer en él, habitualmente risueño y dicharachero, introdujo la mano en la transparente urna. Tomó uno de aquellos minúsculos papiros, le retiró el cordelcito morado que lo mantenía enroscado sobre sí mismo, lo desenrolló y finalmente leyó lo que había escrito.

BIM – Uli.

            El hijo menor del Gobernador dio un paso al frente, mientras sus fieles secuaces le vitoreaban, poniendo a prueba la ínfima paciencia del profesor, que supo mantener la compostura contra todo pronóstico. Bim tomó otro de aquellos pedacitos de papel y repitió la operación, mientras los demás alumnos contenían la respiración, expectantes, deseando con todas sus fuerzas que sus nombres no apareciesen ahí.

BIM – Pin.

            El orondo HaFuno se quedó pálido como la nieve que seguía cayendo sin prisa pero sin pausa al otro lado de esas paredes, y comenzó a hiperventilar.